Introducción. –
En la historia de la Iglesia Católica, desde muy antiguo el mes de mayo ha sido considerado el mes de la “Virgen María”, puesto que en este mes se celebran diversas festividades en honor a la Madre de Dios y de los hombres. Es interesante notar que este mes empieza con la fiesta de san José Obrero primero de mayo.
Seguida con la fiesta de Nuestra Señora de Fátima (13 de mayo), la fiesta de María Auxiliadora (24 de mayo) y terminando con la fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel (31 de mayo). Las meditaciones evangélicas de este mes desde luego tienen como finalidad ayudarnos a honrar mejor a nuestra Madre María. Pero los modos de honrar a María son diversos.
En este sentido, honrar a María consiste en esforzarnos para imitar sus virtudes. Es dar “un lugar especial a María no porque sea una tradición de larga data en la Iglesia o por las gracias especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso en los asuntos más pequeños.”
María es el reflejo de lo que aspira cada cristiano. Es decir, ser inmaculado. Que María y los demás santos de este mes intercedan por nosotros.
Vivamos con una gran alegría la Pascua del Señor Resucitado.